Wednesday, June 24, 2009

Recursos didácticos

Calculadoras

Uno de los recursos que más levanta polémica entre los educadores de matemático es el uso de la calculadora. Es casi imposible ignorar que las calculadoras están presentes en casi todos los contextos sociales en los que se requiera realizar cálculos matemáticos, desde los supermercados hasta los laboratorios científicos. Por eso no podemos pretender que los estudiantes se interesen por aprender los mismos métodos “a la antigua”, cuando con una calculadora se ahorran la mayor parte del tiempo.

Los principales argumentos que manejan los detractores son que destruyen la motivación para aprender los conceptos básicos; desestimulan el pensamiento matemático; originan dependencia para cualquier cálculo; son inadecuada para estudiantes lentos; bloquean la oportunidad para comprender totalmente un proceso algorítmico y desarrollan la noción de que la matemática se reduce a apretar botones. (Jiménez, 1991)

Sin embargo, existen aspectos positivos que no se pueden dejar de aprovechar, tales como que: facilitan la comprensión y el desarrollo conceptual; ayudan al cálculo y a la solución de problemas; despiertan y estimulan la curiosidad e independencia; ayudan a entender procesos algorítmicos; estimulan la estimación, aproximación y verificación; y que existen y no pueden ignorarse (Jiménez, 1991).

Claro está que no se puede dar por hecho que se tenga que incluir la calculadora en las actividades de clase simplemente porque están ahí, porque son modernas y porque son un avance tecnológico, eso asumir una actitud tecnócrata, según la cual habría que usar cualquier recurso tecnológico solo por ser “nuevo”.

Mora (1998) analiza la forma en que las calculadoras influyen en el tratamiento de los contenidos matemáticos. Entre ellos podemos destacar los siguientes: la calculadora puede favorecer a una actitud favorable hacia la matemática; sirve para adelantar ciertos conceptos, como el de decimal periódico; favorece el trabajo exploratorio, permite el planteamiento de problemas que se asemejan más a la realidad, pues por ejemplo, es más fácil así hablar de “un auto que circula a 87,43Km/h” , y no limitarse a “un auto que circula a 60Km/h”.


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